La etiqueta siempre debe estar al frente. Cortamos la cápsula y limpiamos para eliminar restos. Sin girar ni levantar la botella, introducimos el sacacorchos. Destapamos, con el menor ruido posible, y disfrutamos de un buen vino de Finca Flichman.

Los mejores son de tamaño pequeño, de acero y con un espiral con diámetro suficiente para tener buena área de tracción. Destacan los sacacorchos llamados “de dos tiempos” que permiten mayor tracción vertical y evitan la ruptura del corcho.

Todo depende del vino de Finca Flichman que hayamos descorchado. Siempre se utilizará su corcho y se dejará la botella en posición vertical en la heladera. Un vino tinto joven se mantendrá en condiciones por hasta una semana. Los vinos tintos de reserva, hasta tres días, al igual que los blancos o rosados jóvenes.

El vino cambia con el paso del tiempo y el resultado depende de muchos factores. Los vinos elaborados y bien conservados - como los que ofrece Finca Flichman – tendrán una evolución positiva.
Uno de los parámetros que hace de nuestros vinos grandes vinos, es su capacidad de envejecer y mejorar con el tiempo.

Por su alegría, frescura y adaptación al brindis, el espumante.

Algunos vinos contienen más hidratos de carbono que otros, sobre todo, a causa de los azúcares residuales. Como contrapartida, el vino no contiene ni materia grasa ni colesterol.

Todos los vinos deben enfriarse si no están a su temperatura de consumo. Para enfriarlos, y si no se cuenta con una cava climatizada, lo más conveniente es utilizar una cubitera con hielo y agua. A mayor temperatura, mayor rapidez de evaporación de los aromas y mayor aumento de los sabores ácidos. Por el contrario, las temperaturas más bajas moderan las sensaciones ácidas, los excesos de azúcar y la fuerza alcohólica. Podría decirse que, como regla general, las temperaturas de consumo son:
Vino blanco joven: entre 8° y 10°C
Vino blanco añejado: entre 10° y 12°C
Vino tinto joven: entre 14° y 16°C
Vino tinto añejado: entre 16° y 18°C

La copa permite la apreciación de las cualidades del vino y puede, inclusive, cambiarle el sabor. Hay varios factores a tener en cuenta al momento de elegir una copa. Que sea fina y transparente nos permite una visión más clara y nítida del color del vino; un buen pie implica un buen agarre e impide calentarla; el tamaño influye en la intensidad y la calidad de los aromas. Es también importante considerar el diámetro del borde que conducirá el líquido hacia una u otra parte de la lengua donde se registran los sabores (dulce, ácido, salado o amargo). Por el aumento de temperatura de la cavidad bucal, se desprenden elementos volátiles que ascienden por las fosas nasales y producen sensaciones olfativas que intervienen de manera importante en la percepción del vino.

Dependiendo del diseño de cada copa, lo ideal es servir un tercio de la misma. Es importante que el vino no pase la parte más ancha de la copa ya que esta medida permitirá que haya oxígeno suficiente para exaltar las cualidades del vino y, en el caso de los blancos, evitará la pérdida de temperatura de consumo.

Todo pase de vino a otro recipiente implica que éste entre en contacto con una cantidad de oxígeno muy superior a la simple apertura de la botella, por ende, una oxidación más rápida que impacta en los aromas y el gusto del vino. Decidir cuándo es conveniente airear un vino dependerá de los gustos particulares de cada uno y de la rapidez con la que se desee consumir. En el caso de vinos de cierta edad y más frágiles, es muy probable que la oxigenación suponga la pérdida de gran parte de sus aromas. Por el contrario, en el caso de vinos más jóvenes, la aireación es beneficiosa ya que ayuda a que se expresen todas sus cualidades y aromas.